Mientras realizo el trayecto diario al trabajo me dispongo a ver… más que eso de detengo en el tiempo para observar, con retrospectiva, con admiración, con una cierta incomodidad, con el temor de la mirada reflejada en mis ojos, absortos en una espiral de pensamientos divagantes, errantes, llenos de interacciones tan inexistentes como una mosca y un grano de arena. Reacciono y llego a destino, el tiempo no existe, el transporte público y mi mente sólo son relevantes a los ojos que me ven cual espejo de la vida misma.